Esto nos sitúa entre los fabricantes más importantes que han implementado una metodología para evaluar la vulnerabilidad de las materias primas y en instalar medidas para reducir el riesgo de fraude. De esta forma también hemos mejorado nuestro sistema de alimentos seguros.

¿Qué es el fraude alimentario?

El fraude alimentario consiste en acciones fraudulentas y deliberadas (por ejemplo, sustitución, dilución o adición de materiales, presentación falsa de un producto, omisión del origen, entre otros), especialmente con el objetivo de obtener ganancias financieras, cuyas consecuencias pueden suponer un importante riesgo para nuestra salud. Nuevos tipos de fraude aparecen cada día, por lo que es muy importante para nosotros supervisar de forma regular los desarrollos del mercado. Un importante factor a la hora de identificar y reducir los casos de estos riesgos es la cooperación activa con nuestros proveedores, establecer buena relación y confianza para concienciar mejor sobre el fraude.

¿Cómo controlamos la materia prima?

«Cada materia requiere sus propias medidas de control específicas. Ya estamos implementando varias de ellas en cada envío y a través de la supervisión anual. Estas medidas incluyen control de entradas, inspección de palés y sellos, comprobaciones sensoriales y visuales de los materiales, revisión de informes analíticos, declaraciones de proveedores y unificación de especificaciones, análisis de laboratorio en instalaciones internas y externas, entre otros. También estamos planeando el desarrollo de métodos analíticos rápidos para detectar el fraude», ha explicado Nataša Gladović, directora de gestión de calidad corporativa y Ornela Čebulec, técnologa de calidad. La metodología es resultado del trabajo del equipo de calidad corporativa y calidad de operaciones de todos los sectores del negocio y ha sido confirmada por nuestros socios externos de DNV.

Fraude alimentario en Europa

El fraude alimentario se está convirtiendo en un problema creciente en las cadenas de suministro de alimentos de todo el mundo. La Comisión Europea estima que debido al fraude y la consecuente destrucción de productos alimentarios, cada año se desechan alimentos por un valor de 200 millones de euros y esta cifra crece cada año. En 2017 se ha descubierto un total de 9.800 toneladas de alimentos fraudulentos en el mercado europeo, por un valor de más de 230 millones de euros.

El fraude alimentario más común

Aceite de oliva virgen extra habitualmente se diluye con aceite más barato y de peor calidad, además de añadir clorofila, colorantes y aromatizantes.

La leche y los productos lácteos muchas veces son objeto de fraude, especialmente debido a la polémica melamina química. El escándalo comenzó en el pasado en China y aún sigue vigente. A pesar de que la Unión Europea ha prohibido la importación de leche y productos lácteos a Europa, las importaciones ilegales de leche en polvo que contienen este químico dañino siguen produciéndose. Debido a los altos beneficios económicos, la leche de cabra se diluye con leche de vaca y en Italia se están tomando medidas activas para combatir el fraude de la mozzarella di bufala.

La miel a menudo se diluye añadiendo azúcar.

Carne y productos procesados son sujeto de fraude mayormente mediante la adición de agua, nitratos y nitritos y adición de carne de menor calidad.

Las especias están en el primer lugar de alimentos más susceptibles de sufrir fraude, especialmente el orégano, al que se añaden hojas secas de olivo. Es interesante anotar que anualmente Turquía exporta un 40 % más de orégano del que podría producir. Al pimiento picante y el pimentón muchas veces se les añaden colorantes prohibidos y se añaden semillas de papaya a la pimienta.

Zumos de frutas y otros productos similares con azúcar añadido, colorantes y aromatizantes también terminan frecuentemente en el mercado y en la cadena de suministro. También es habitual el añadido de zumos no declarados de fruta más barata.